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Ensayo sobre el Sistema Educativo

 

El ineficaz sistema educativo donde se forman una tras otra nuestras generaciones, refleja el fracaso de un sistema donde prima el consumismo del mundo capitalista que arrasa con el medio ambiente, tan importante que es para una convivencia fraternal y para el mantenimiento de un entorno que nos permite la supervivencia. El sistema ataca cualquier forma de desarrollo sostenible y aunque venera la capacitación académica de ciertas especializaciones vinculadas a una clase social media o alta, pretende anular el pensamiento de las masas, militarizando sus vidas, sus ideas, sus decisiones para mantener el vínculo vicioso de comprar, usar, tirar, comprar; que supone el motor de la economía.
 
El modelo productivo de un país es el que va a dirigir su política, adaptando y reformulando las disposiciones legales (suelo, emisión de CO2, salario mínimo interprofesional,…) en función de las necesidades del mercado económico. A partir de aquí, se van a generar una políticas sociales u otras que van a dar lugar a un modelo de sociedad específico y acorde a las necesidades productivas.  El Estado del Bienestar, mejor protegido por los socialdemócratas que por los neoliberales, ha permitido mejorar las condiciones sociales de la población redistribuyendo la renta para permitir el acceso de todos a las mismas oportunidades, a pesar de que nuestro país ostenta ser una potencia económica, su Estado del Bienestar nunca ha tenido una sólida estructura.
 
Dentro de las políticas sociales de definen los acuerdos que prestan servicios como: protección a la vivienda, cobertura sanitaria, educación… y por lo tanto dichas política sociales dibujaran el tipo de sociedad deseada.
 
A pesar de que la educación se ha defendido como un aspecto fundamental para el desarrollo de la sociedad y es el medio por el que nos constituimos como personas, el desarrollo económico experimentado durante los últimos años no ha prestado especial interés en mejorarla, manteniendo los niveles de 
inversión por debajo del 5% del PIB; con lo cual no sólo estamos en la cola de Europa a nivel educativo, sino que para nuestro país todavía no tiene el valor suficiente, lo cual es todavía más preocupante.
 
Hemos de pensar que la educación nos permite formar las identidades de las personas, inculcando valores y desarrollando sus potencialidades con el fin de las personas podemos conseguir una vida satisfactoria en sociedad, entonces ¿la educación de hoy es la que queremos?
 
La elevada tasa abandono y de fracaso escolar funcionan como indicadores de que algo no está funcionando correctamente, la desmotivación que presenta el alumnado hacia su formación justifica un abuso de violencia dentro de las aulas y un gamberrismo rebelde hacia el resto de su entorno. A su vez, el profesorado se está viendo muy repercutido por la falta de confianza que se les da desde las instituciones y desde la familia, y la pérdida de autoridad ante sus alumnos, además la estandarización de un currículum que no deja mucho margen para poder aplicar una pedagogía alternativa, ha permitido que gran parte de ellos restaran despreocupados ante las problemáticas al margen de su materia y de su horario.
 
Las familias, a pesar de la creación de consejos escolares presentan unos índices muy bajos de participación en los centros escolares que no dista de la importancia que le dan a la educación escolar de sus hijos, y por tanto la educación que también ejercen desde casa. Desde la familia se responsabiliza a los centros, se les impone la carga de realizar milagros con sus hijos, pero nadie se preocupa de si el engranaje funciona correctamente.
 
Parece lógico pensar que la solución no la tienen ninguno de los agentes educativos en particular, ninguno de ellos puede por sí mismo solucionar los problemas que genera el propio sistema educativo, puesto que son generados por factores sociales, políticos y económicos que configuran la sociedad. Y por tanto debería ser desde ellos desde donde se realizaran las propuestas para transformar el sistema en su conjunto. Tanto desde la economía como desde la política deben configurarse modelos que mejoren nuestra calidad de vida, aprovechando la mejora de las condiciones sociales para seguir creciendo en calidad humana.
 
Como hemos analizado durante el aprendizaje sociológico, hemos comprobado que la sociedad es una rueda en continuo movimiento diseñada por los axiomas que la configuran, por lo tanto, si pretendemos un entorno más saludable, justo y democrático deberemos empezar por transformarlos. 
 
Transformar la educación segregacionista, evitando que haya diferenciaciones para erradicar la discriminación y la desigualdad ante el acceso a los recursos y ante los conocimientos. Posibilitar a su vez, un conocimiento real y científico para potenciar la capacidad crítica para discernir sobre los asuntos de los que nos quieren hacer ignorantes, despertando a la verdad para que sea el centro de nuestro aprendizaje.  La educación debe ser comprensiva y compensatoria ante las desigualdades para garantizar una mayor cohesión social. Además ante las condiciones actuales, el sistema educativo depende de una adaptación curricular para integrar a la diversidad y ser capaz de aprovechar el potencial de los grupos heterogéneos para generar que la mezcla social sea enriquecedora  para de esta manera formar a ciudadanos participativos, implicados en el desarrollo de esta sociedad promocionando una convivencia democrática, igualitaria y equitativa.
 
El sistema educativo no puedo olvidarse nunca de que la implicación de toda la comunidad educativa, tan importante es que el profesorado esté motivado con su función educativa, como que las familias se involucren en la educación de sus hijos y mantengan coherencia con ella como que las instituciones colaboren en el ejercicio de trabajar por conseguir una ciudad educadora. El compromiso por una educación inclusiva permite configurar a personas más implicadas con lo social y más comprometidos por convivir en una sociedad democrática, donde las diferencias se hagan cada día más efímeras, donde el trabajo nos permita trabajar a todos ni ahogar nuestra libertad.
 
Ha de crear un contexto adecuado porque los jóvenes Ni somos vagos Ni somos gamberros (aunque a veces lo parezca), ni tampoco nos dejamos engañar fácilmente, por más que se empeñen en negarnos un sistema educativo democrático, educativo y de calidad.